martes, 22 de enero de 2013

Pablo Alborán: "Lo mejor de la vida no cuesta dinero."

Algo especial debe de tener Pablo Alborán (Málaga, 1989) cuando su música, romántica y dulce –comprendida en apenas dos álbumes de estudio y un directo que, eso sí, han reportado 21 discos de platino y 75 semanas en el nº 1–, campa alegremente por nuestra psique sin entrar en conflicto con nuestra alarma antimainstream. Elegante por naturaleza y enemigo de artificios, coincidimos con él en Las Vegas durante los Latin Grammy, en la suite Gucci Timepieces & Jewelry en la que la firma italiana le obsequió con un reloj por sus éxitos. Nada mejor que encontrarse lejos de casa (a 8.999 km) para hablar con cierta perspectiva sobre tantísimo como ha ocurrido en su vida en apenas tres años, cuando era un perfecto desconocido. "Sigo igual. Espero haber evolucionado, pero sé que no he cambiado. No he perdido ni un ápice de ilusión y mis caprichos siguen siendo los mismos, ninguno material o que cueste dinero. Yo a lo que aspiro es a estar tranquilo, en paz". GQ: En torno a Pablo Alborán están sucediendo un sinfín de cosas, en su inmensa mayoría, buenas. ¿Cómo eras hace apenas tres años? ¿En qué has cambiado? Pablo Alborán: Era igual, completamente igual que ahora. Espero, eso sí, haber evolucionado algo. Pero cambiar no he cambiado en nada. Mis costumbres siguen siendo las mismas. Sí es cierto que este trabajo, el estar todo el día de un sitio para otro, puede condicionarte en ocasiones. Pero, oye, bien venido sea. GQ: ¿Echas de menos aquellos días en los que soñabas con lo que podía pasar, en los que imaginabas todo lo bueno que querías que te ocurriese? P. A.: Creo que sigo lleno de esas ilusiones, de esas expectativas. Mis esperanzas siguen siendo las mismas y espero no perderlas nunca. Soy consciente de que vivimos en un país en el que la incertidumbre diaria lo contagia todo, y por eso me siento doblemente afortunado. Soy un privilegiado que sabe dar las gracias por todo lo que le está pasando. Ocurra lo que ocurra, las ilusiones hay que mantenerlas vivas hasta el último minuto. GQ: Tu presente momento de gloria comienza, exactamente, el día en el que, harto de esperar a que la que hoy es tu discográfica publique tus canciones, vas y las cuelgas tu solito en internet. Queda claro que eres de los que piensa que la suerte hay que salir a buscarla, ¿no? P. A.: Exactamente, así fue. Manuel Illán (creador de la mítica banda Esclarecidos y productor, asesor y amigo de Pablo) y yo teníamos el disco preparado y estábamos ahí, inmersos en el proceso de convencer a la discográfica para salir ya… pero nada, siempre salían con un nuevo aplazamiento: en julio, bueno no… en septiembre, bueno no… en febrero… Hasta que nos cansamos. Así no podíamos seguir. Tenía los vídeos y decidí subirlos a YouTube, así de fácil. Lo hice, más que nada, para que mi familia, para que mis amigos, se quedasen tranquilos, para que viesen que estaba haciendo algo, que estaba trabajando. Subí los vídeos y todo se disparó… mucho. (Risas). El primer sorprendido, me creas o no, fui yo. GQ: ¿Cuántas canciones subiste? P. A.: Tres o cuatro… A ver: 'Solamente tú', 'Miedo', 'Desencuentro' y otra… que no recuerdo ahora. Tenía unos vídeos, decidí subirlos a YouTube y todo se disparó… mucho ” GQ: ¿Cómo fue ese día en el que enciendes el ordenador y ves y dices ¡ostras! esto se ha disparado? P. A.: El primer momento de impacto fue cuando, en nada, en horas, todos mis amigos habían puesto en sus Facebook mis vídeos y sus amigos estaban empezando a recomendarlos y los de éstos… igual… Eso fue brutal y casi automático. Ahí ya pensé: ostras qué raro, qué rápido se multiplica esto… Y entonces empiezas a fijarte en los contadores, y lo flipas. Manuel y yo estábamos alucinados. Fue cuando la discográfica dejó de dudar… (Risas). Imagino que ahí se dieron cuenta de que "el pesado" de Pablo Alborán merecía la pena. (Risas). GQ: ¿Has tenido que venderle el alma al Diablo? ¿Has perdido tu libertad? P. A.: No, en absoluto. Además, nosotros no pertenecemos a EMI, estamos asociados a ellos a través de Trimeca, nuestra productora; yo compongo, hago las canciones, y Manuel dirige. Así trabajamos y hemos conseguido lo casi imposible: ser uno. Está mal que lo diga yo, pero en mi corta carrera ya me ha dado tiempo a comprobar que hay gente con la que no se puede trabajar, con la que no se va a ninguna parte. Para mí Manuel es como un gurú, mi guía, mi descubridor. GQ: ¿Cómo os conocisteis? P. A.: Fue muy curioso; por un lado, Manuel había conocido a mi padre y él le había dicho lo típico: "Tengo un hijo que compone y canta de maravilla, te lo tengo que presentar", y por otro, Domi del Postigo, que es un amigo periodista de la televisión de Málaga, me lo presentó a mí. Así hasta que un día coincidimos todos en el mismo sitio y nos pusimos cara. El destino lo había decidido. GQ: ¿Alguna vez en estos tres años de vorágine has tenido la sensación de que perdías el contacto con la realidad? P. A.: He tenido momentos difíciles, de agobio, pero nunca he llegado a perder el contacto con el suelo. No queda bien que esto lo diga yo –hablar de uno mismo siempre es un horror–, pero te aseguro que mis prioridades no han cambiado, mis necesidades y mis caprichos siguen siendo los mismos y no son, en nada, cuestiones materiales que se compren con dinero. GQ: ¿Qué caprichos son esos? P. A.: Caprichos sencillos, de piel con piel, de estar con mi familia, de estar en paz, tranquilo… Te aseguro que no me importa pecar de viejo prematuro; con 23 años igual debería querer salir de marcha a todas horas y esas cosas… pero, no, yo disfruto de otras maneras. Lo que han hecho los agobios, que los ha habido, es que me acercase aún más a mi familia y a los míos. GQ: ¿Dónde está tu casa, en Málaga o en Madrid? P. A.: Vivo en el aire… y cuando aterrizo en un hotel en Madrid. Tengo una casa en Málaga, pero mi sueño es irme al campo. No sé cómo ni por qué, pero este año se me han despertado las ganas de irme al campo para encontrar paz y tranquilidad. Soy un privilegiado que sabe dar las gracias por todo lo que le está pasando ” GQ: Eres un compositor tan prolijo como certero. ¿Cómo convives con tu don? P. A.: Componer es algo inherente a mí, algo que he necesitado siempre, desde que tengo uso de razón. Si he estado mal, la música ha sido mi salvavidas, mi terapia. Pero cuando estoy bien también necesito componer y gritarlo a los cuatro vientos. GQ: ¿Tres discos en poco más de dos años no son demasiados discos? P. A.: Puede ser, pero es que compongo una barbaridad. Soy un enfermo de la composición… (Risas). De verdad que lo soy. Igual dentro de unos años se me va la inspiración, pero de momento la cosa funciona… Compongo constantemente porque constantemente estoy recibiendo estímulos, creo que es por eso. Por ejemplo, 'Tanto', el disco nuevo, no habría tenido sentido sacarlo dentro de dos años, no al menos para mí; ese disco habla de mi presente, de ahora mismo, y no tendría sentido publicarlo más adelante. GQ: ¿Dónde compones? P. A.: Entre aviones, tras una entrevista, después de un concierto… A la mínima. GQ: Y, por ejemplo, colapsar durante horas la plaza de Callo de Madrid durante un firma de discos ¿no te da miedo? P. A.: Sí, la verdad. Eso fue una locura. Tuvimos que irnos dejando a gente que aún seguía haciendo cola… firme más de dos mil discos… ¡Fue una auténtica locura de ocho horas en Madrid y nueve y media en Málaga! En Madrid tuvimos que irnos para que no acabase habiendo problemas de seguridad; tuvieron que personarse cuatro furgones de la Policía. GQ: Musicalmente, ¿a quién admira Pablo Alborán? P. A.: A mucha gente, aunque fan, lo que se dice fan, no soy. Mi primer concierto fue uno de Dulce Pontes; yo estaba en primera fila y ella me guiñó un ojo, ¡y buf!, fue una pasada, fue una especie de señal, ahí descubrí lo que se siente al admirar a un artista. Yo a mis fans siempre les pido que no me idealicen porque yo soy el más normal del mundo. ¿A quién más admiro? Pues a… Michael Jackson, Paco de Lucía, Vicente Amigo… con ellos fui creciendo. GQ: Ayúdame a definir cuál es exactamente tu estilo… P. A.: Mi estilo es ser yo mismo y realmente… no sé demasiado bien en qué consiste. Recibo muchísimas influencias y no pertenezco a nadie en exclusiva… fado, tango, flamenco, músicas étnicas… supongo que sabré lo que soy cuando tenga 50 años o más. Tras nuestro encuentro en Las Vegas, en la lujosa suite del Hotel Mandalay Bay –reservada para la ocasión por Gucci Timepieces & Jewelry–, justo unas horas antes de su actuación en la 13ª entrega de los Latin Grammy, nuestro protagonista ha seguido cosechando titulares estratosféricos del tipo: "Pablo Alborán consigue cuatro Discos de Platino y es nº 1 seis semanas consecutivas con su nuevo álbum 'Tanto'" o "Pablo 1, 2 y 3: Alborán directo al nº 1 mientras sus álbumes anteriores ocupan el nº 2 y nº 3 de la lista de ventas". Después de todo… ¿quién dice que un Hombre GQ no puede ser un superventas?
*Artículo originalmente publicado en el número 185 de GQ

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